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¿Cuántas veces te han confundido con Jesús?

Ser confundido con Jesús tienen la magia de ser capaces de voltear a ver la vulnerabilidad del más necesitado y brindarle amor. Es increíble como los actos más sencillos son los que nos llevan a vivir la radicalidad del amor de Jesús.

Antes de comenzar, me encantaría darles la bienvenida este nuevo Blog llamado “Escribiendo los hechos de los apóstoles”, soy Quetzalli, parte del equipo de HechosDos y esta es mi historia.

Hace unos meses escuchaba un podcast donde preguntaban, ¿cuántas veces te han confundido con Jesús?; cuando escuché esta pregunta se me hizo fuertísima porque en mi mente decía: ¿cómo alguien te podría confundir con Jesús, sabes? Por supuesto creía: ¿¡no hay forma!?, en mi cabeza no había una explicación lógica a esta pregunta hasta que viví su significado. Para ello, me gustaría comenzar con mi historia favorita, una historia que cambió el sentido de mi vida.

«Había una vez dos hombres que por situaciones de la vida llegaron a ser compañeros de celda en una cárcel, Juan y Mateo. Juan era un hombre muy creyente a comparación de Mateo, un ateo de buen corazón, aunque un tanto terco.

Al pasar los días ellos se hicieron buenos amigos, compartían historias de vida, sin hablar en algún momento de religión. Un día los policías del lugar se llevaron a Mateo para golpearlo como castigo, y al pasar la tarde lo regresaron muy herido a su celda, donde su amigo Juan le limpio sus heridas sin más.

Pasaron los días, y cada vez eran más constantes las golpizas a Mateo, a lo cual su amigo Juan siempre limpiaba sus heridas y le daba palabras de ánimo para no perder la esperanza de que un día saldrían de ahí. Una mañana, mientras se llevaban a Mateo para golpearlo, Juan escuchó a los policías decir que al día siguiente iban a sacrificar a Mateo, lo que le causó una profunda tristeza y dolor.

Cuando su amigo volvió a la celda muy herido, sangrando y triste, Juan, su amigo, le atendió y mientras le limpiaba sus heridas le dijo: Amigo, he escuchado que mañana vas a morir, y sé que no crees en Dios, pero aún en esta noticia llena de tristeza, tengo algo bueno que decirte. Tenemos un Dios de misericordia y si tú te arrepientes de todo corazón podrás llegar al cielo, ¿sabes?, ahí encontrarás a Jesús, el amigo que murió por ti y por mí, un amigo que te ama incondicionalmente, un amigo que te verá como el hijo amado que eres, ¿y sabes que es lo mejor? Y ahí todo será feliz, sin dolor, ni más.

Entonces Mateo, mirándolo con amor mientras corrían lagrimas por sus mejillas, le contestó: Amigo mío, si ese tal Jesús del que me hablas tanto se parece a ti, entonces yo seré la persona más feliz en el cielo porque siempre has estado para mí con un gran amor que no logro entender.«

Seguramente Juan se sintió indigno al escuchar esas palabras, al igual que tú y yo tal vez nos hemos sentido de la misma forma al escuchar que somos el reflejo de Cristo en la vida de los demás, pero, la realidad es que Jesús siempre estuvo para sus amigos, incluso se atrevió a decir: ya no los llamo siervos, sino amigos (cfr. Jn. 15, 15-17), la acción “estar” fue tan importante en la vida de sus seguidores porque no solo vieron a un Jesús haciendo hechos extraordinarios, sino vieron a un maestro de las acciones simples como sus gestos de cordialidad, amabilidad, servicio, empatía y lo más importante: hacer actos de amor como curar las heridas de sus amigos, tanto las físicas como las emocionales. A pesar de que Jesús hizo milagros increíbles, fueron los pequeños actos de amor hacia los más necesitados que lo llevaron a hacer vivos los anhelos de Dios.

Creo que a veces esperamos grandes momentos para “ser reflejo de Cristo” en la vida de los demás, y solo basta con escuchar a una persona para hacer un acto radical de amor. Hagamos cosas sencillas que hagan a nuestros amigos preguntarnos por qué lo hacemos, haciendo de nuestros actos pequeños de amor un camino para que ellos se encuentren con Jesús, siendo así un Evangelio viviente”.

Me gustaría cerrar este blog con un pequeño testimonio que cambio mi vida. En el año 2019 tuve la dicha de vivir la prejornada y la Jornada Mundial de la Juventud. Cada día hacíamos diferentes actividades, y el tercero, fue el día de la misericordia, en dónde un proyecto local llamado “Chepe Se Baña”, nos apoyó elaborando un espacio para el aseo personal, un comedor comunitario y un momento recreativo para las personas en situación de calle.

Ese día nos dividimos por equipos, mientras unos apoyaban en el comedor, otros cortaban el pelo y recibían a las personas y otros nos fuimos a buscar a personas para invitarlos. Puerto Limón tiene en su territorio a muchas personas en situación de calle, por lo que no requirió de mucho tiempo para el esparcimiento de la voz, dando a conocer que en la Catedral de Limón se encontraba “Chepe Se Baña”.

Entonces, cuando volvimos del visiteo, me designaron el rol de ir a conversar con los invitados que habían llevado al comedor y orar por ellos. Honestamente, para mí todo esto era nuevo, porque siempre había sido una persona con complejos para hablar o acercarme a personas que viven en esas condiciones. No obstante, esta fue una gran oportunidad que tome para “salir de mi zona de confort” y terminó siendo una gran lección de vida.

Cuando llegué al comedor, saludé a un hermano y me senté con él, me preguntó cómo estaba y le empecé a contar todo lo que había hecho en el día, él sonriente me miraba y me preguntaba muchas cosas, al terminar de contar mi historia, yo regresé la pregunta, ¿y usted cómo está?, vi como poco a poco se llenaban de lágrimas sus ojos mientras él me contestaba: “Gracias por platicar conmigo como si fuera una persona normal”; a lo que yo con lágrimas corriendo por mis mejillas pregunté, “¿a qué viene esto?, no hay nada que agradecer, ha sido muy grato platicar con usted”, él respondió: “hace mucho tiempo que las personas solo me perciben como un estorbo, que solo era el vagabundo, al que todos ven feo; y hoy, por primera vez en años, tú me viste como lo que soy, una persona”.

Amigos, en ese momento se me rompió el corazón, fue como un llamado de atención muy lleno de amor por parte del Señor, fue un “¡Hey, Quetzalli, abre los ojos, el mundo te necesita! ¡el mundo nos necesita!”.

Fue darme cuenta, que en efecto, Jesús nos necesita, necesita de más personas que se atrevan a vivir la radicalidad del amor, requiere de personas que sean el reflejo de Jesús en los pequeños detalles que hacen la diferencia, Nuestro Señor nos llama a vivir un discipulado en la cotidianidad de la vida, Él espera de nosotros que nos atrevamos a realizar de las cosas ordinarias algo extraordinario, se necesitan a personas dispuestas a servir a los demás, a amar, a ser como Jesús, así que no me queda más que preguntar, y a ti ¿cuántas veces te han confundido con Jesús?

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