Santa Cecilia y ‘Pentecostés’: La Evangelización Creativa Hecha Música
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Mario Pérez
Él fue un personaje central en la historia de la fe católica por designio divino, ya que él tuvo la bendición del Padre al concederle el privilegio incomparable de estar al lado de María, y de criar junto con ella a su propio Hijo. En el plan de amor infinito al mundo, Dios le dejó el ‘trabajo’ más importante, ser cabeza de la Sagrada Familia.
Asimismo, San José es el patrono de la Iglesia Universal; y lo es también, en particular, de muchísimas comunidades religiosas, instituciones e incluso naciones; también es conocido como el ‘patrono de la buena muerte’, como se explicará más adelante.
Una misión especial
Dios quiso que el amor de José se volcara sobre María, al grado de elegirla como esposa. Ese gran amor que Dios inspiró se fue dando con mucha paciencia, hasta en momentos complicados, llenos de duda.
La Palabra de Dios dice: que el ángel le habló a José, varón justo, en sueños: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, pues lo que en ella ha sido concebido es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mt. 1, 20-21).
Padre Protector
La misión general de San José fue enorme, al grado de desbordar cualquier cálculo humano. Frente a ella, José esto lo tomo con valor y humildad.
Dios confío y se puso manos a la obra -¡Le costó! ¡Hubo esfuerzo, sin duda!-. Al mismo tiempo, lo suyo no fue ocupar un lugar protagónico, su puesto recuerda a lo contemplativo, razón por la cual se le conoce como el “santo del silencio”. Con todo, siempre llamará la atención el contraste entre todo lo que le fue requerido y lo ‘poco’ que aparece en el relato bíblico; no se conoce palabra que haya salido de su boca -sabemos que los Evangelios no recogen nada-. Eso sí, quedan de manera prístina sus obras, su fe y su amor; las que influenciaron en Jesús y forjaron su carácter, las que cimentaron su santo matrimonio.
Esposo y custodio, ejemplo de masculinidad efectuada
Con Santa María, José sufrió las muchas circuntancias que rodearon el nacimiento del Salvador. Cabe mencionar que José la acompañó estando embarazada, poco antes de dar a luz, con mucho miedo de que no los quisieran recibir en Belén, justo en aquella noche fría en la que nació Jesús.
Fue José quién tuvo que organizar el escape, como si hubiese cometido un grave delito, luchando por pensar solo en su objetivo: poner a Jesús a buen recaudo, lejos del poder asesino de Herodes. Qué alegría debió haber sentido al ver cómo la Providencia premiaba su esfuerzo poniendo salvo a su familia.
Paternidad real
San José fué carpintero, no pudo darle una vida lujosa a Jesús y tuvo que hacerlo vivir en pobreza. Por supuesto, esto no fue un límite alguno para dar su amor inmenso: San José le dedicó todo el tiempo que pudo para atender a su hijo y mostrarle su gran trabajo que desarollaba.
De seguro, las atenciones del santo carpintero fueron más que suficientes para que Dios le conociera el cariño y la guía de un gran padre. José no guardaba nada para sí y daría todo por su hijo. Supo comprender a Jesús cuando su misión lo apremiaba, como aquella vez que se perdió y lo hallo enseñando en el templo. Hasta en eso José fue desprendido y generoso.
El hogar de Nazareth era, pues, un auténtico cenáculo de amor, paz y fraternidad, vivido en perfecta presencia de Dios. José pasó allí sus mejores días, en contacto directo con la fuente de todo amor.
¡Dios conviviendo con él bajo el mismo techo! ¡Cuántas ocaciones la visión de José debe haberse cruzado con la de Jesús! ¡Cuántas veces debe haberse quedado mirando la grandeza de Dios presente en el niñito Jesús, o siendo todo un adolescente, o mientras se hacía adulto! ¡Cuántas conversaciones debieron pasar de padre a hijo y compartido vivencias! Y es que Dios, en su infinita humildad y generosidad, se dejo educar mansamente por San José, mientras este se dejaba educar por su propio hijo a través de sus palabras y sus gestos.
San José, venerado por la iglesia
Hay mucho de maravilloso y ejemplar en San José para cualquier papá que quiera amar como Dios manda. Sin embargo, por ahora, vale la pena resaltar un último aspecto: San José ha sido llamado “patrono del buen morir”. La razón es y no deja de estar tomada por el misterio; el carpintero padre, tuvo la dicha de entregar su espíritu al ser consolado por Jesús, Dios hecho hombre, y María, su esposa y Madre de Dios.
La Iglesia católica lo tomo como ‘santo patrono’ y protector desde siempre. Esa misión fue explicitada por el Papa Pío IX en 1847.
Santa Teresa de Ávila había profundizado y difundido la devoción a San José a consecuencia del milagro de la recuperación de su salud, obtenida por su intercesión. Teresa solía decir: «Otros santos parecen que tienen especial poder para solucionar ciertos problemas. Pero a San José le ha concedido Dios un gran poder para ayudar en todo».
A cada momento la santa continúa: “Durante 40 años, cada año en la fiesta de San José le he pedido alguna gracia o favor especial, y no me ha fallado ni una sola vez. Yo les digo a los que me escuchan que hagan el ensayo de rezar con fe a este gran santo, y verán que grandes frutos van a conseguir».
El Báculo guía de San José
La historia cuenta que unos jóvenes pretendieron casarse con María y se presentaron ante ella, cada uno con un bastón de madera en la mano, a la usanza de la época. De pronto, cuando la Virgen debía escoger entre todos ellos, el bastón de José floreció milagrosamente. Los ojos de María, entonces, se fijaron en él. Se dice que esta es la razón por la que al santo se le suele representar con una ‘vara florecida’ en las manos.
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